El equinoccio de primavera.
La Zona Arqueológica de Chichen Itzá es famosa gracias al impresionante juego de luces y sombras que ofrece cada equinoccio, así como la zona arqueológica de Dzibilchaltún que aunque con menos reputación no es para menospreciarse.
Al atardecer de los días de los equinoccios tanto de primavera como de otoño, se observa en la escalera norte de la pirámide de Kukulcan o El Castillo de Chichén Itzá, una proyección solar que consiste en siete triángulos de luz, invertidos, como resultado de la sombra que proyectan las nueve plataformas de esta enigmática pirámide Maya, al ponerse el sol, simulando el cuerpo de una serpiente y la imagen de dicha serpiente de triángulos de luz y sombra desciende poco a poco por la alfarda noroeste del de la piramide de Kukulcán o El Catillo, hasta llegar a la cabeza de la Serpiente Emplumada que se encuentra en la base de la escalinata.
El equinoccio de primavera el 21
de marzo, indicaba a los mayas el inicio de la época de
siembra, mientras que el de otoño el 21 de septiembre, indica el inicio de tiempo
de cosecha.
Los mayas fueron uno de los
pueblos más desarrollados en cuanto a astronomía, sabían calcular las
trayectorias de los cuerpos celestes con mucha precisión.
Este fenómeno que se aprecia en
todo su esplendor en la Zona Arqueológica de Chichén Itzá, indicaba a los
antiguos mayas el cambio de estación de verano a otoño y era el momento del
levantamiento de las cosechas.
Este fenómeno se puede observar
sobre la Pirámide de Kukulcán cinco días antes y cinco días después, entre las
5 p.m. y las 6 p.m. horas.
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